Hace unos pocos días fui con algunos compañeros, también maestros, a una casa de campo donde descendimos bastantes metros para llegar al río propuestos a pescar guábaras. Trabajando en nuestra tarea pescamos también algunas gatas, según los llamó el caballero que nos dirigió en nuestra travesía. Para mí fue una experiencia diferente pues mi crianza fue en el centro del pueblo de Caguas donde mis pasatiempos mas bien fueron sedentarios. Lo más activo era ir de tiendas. La naturaleza que me rodeaba eran las casas de cemento, el bar de la esquina y la tiendita de dulces. Así que cuando me enfrenté a este nuevo ambiente lo primero que me pasó fue que me caí. De hecho, pasé bastante tiempo en el piso. Pero lo disfruté. Se me hacía difícil mantener balance. Supongo que fue porque en mi niñez lo único que tenía que mantener en balance era las bolsas de ropa cuando me iba de tiendas. Fue una experiencia hermosísima e inolvidable.
Me sentí como parte de la naturaleza y que la naturaleza era parte mía. Luego los patrocinadores de la actividad nos prepararon un menú donde todo era totalmente natural. Comimos arroz con gandules, sopas de guábaras, pollito guisado con un sabor muy diferente al acostumbrado. Pero no usó producto alguno comprado en los supermercados; todo producido por ellos. Fue una delicia, fue una experiencia de encontrarse con lo que Dios creó para nuestro deleite.
Me di cuenta que a veces despreciamos un saludable vaso de agua por tomar una soda. O si tenemos la sensación de comer algo agrio buscamos en la tiendita uno de esos dulces de "cherry" que comen los muchachos, cuando una carambola verdecita produce el mismo sabor agrio. Si tenemos deseos de comer una dona llena de azúcar, podríamos comer frutas con mayor frecuencia y tendríamos la misma satisfacción. En la naturaleza hay de todo, jobos, tamarindos, carambolas, chinas, limones, "cherrys"; frutas agrias, dulces, ácidas. Todo lo que necesitamos para satisfacer nuestros instintos. En vez de exaltar tanto los productos echos por el hombre con tantos aditivos dañinos, deberíamos aprender a amar lo que Dios nos ha regalado.
No es que sea vegetariana ni que tenga una tienda de productos naturales, nada de eso. Es que con esa experiencia con la naturaleza me di cuenta del valor de lo que tenemos a nuestro alrededor. Quizás si lo hubiera descubierto antes no tendría hoy tantos problemas de salud.
por hesione
Por alguna razon no me salen los acentos. De todas formas, vivimos rodeados de plastico. El PC, raton, muchisimas superficies cubiertas por este material. Expuestos a ondas diversas, hollin, contaminacion, quimicos. Algunos no salen del aire acondicionado. Parece algo de ciencia ficcion. Corremos con zapatos que tienen el talon levantado. Si eso hiciera falta, lo habriamos desarrollado. Esto ultimo aparecio en Popular Science, Scientific American y Nature. Estamos condicionados como los ratones de un experimento, a los que meten en un laberinto y estimulan con señales. Igual que cuando vamos al "mall". Desarrollamos alergias a lo natural, curiosamente. Salud y suerte.
ResponderEliminarLo que necesita es unas vacaciones de una semana correteando en el campo para que se le quiten todos esos achaques, jaja. Una de las cosas que mas extraño de cuando era niño es las visitas que haciamos cada mes a una finca en en pueblito de Las Marias. El monton de veces me pele las rodillas y los codos de las reventa' que me deba corriendo entre los cafetales y palos de chinas.
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