¿En que se diferencia un abogado de un chofer de guagua?
Hace mucho tiempo atrás recuerdo que yo paseaba por la plaza de Cayey cuando los choferes de guaguas se paraban alrededor para dar las rutas. La mayoría se reunía en unas mesas de dómino a jugar en lo que se le llenaan las guaguas. Allí mientras jugaban hablaban de política y las cosas que pasaban. Eran conversaciones que a veces se hacían tranquilamente pero en otras subía el tono pero siempre hablaban y cuando se le llenaba la guagua a uno se iba y otro tomaba su lugar en la mesa a jugar.
Desde que nació la "profesión" de politólogo en los medios de Puerto Rico se ha dado con presentar a un selecto grupo de la sociedad como los poseedores del saber. Ese grupo son los sabios que pueden opinar de todos pero ellos son inmunes de toda crítica. Hablo de los abogados.
Las estaciones de radio están saturadas de abogados que opinan de todo menos de su profesión. ¿Porqué nunca hemos visto un programa donde los comentaristas cuestionen las prácticas dudosas de algunos de sus colegas que venden a sus clientes y representan a lacras de la sociedad. Pero critican otras profesiones sin miramientos alguno. Ellos están en el tope de la sociedad y de la jerarquía intelectual, si es que algo así existe.
¿Qué hace que algunas opiniones valgan más que otras?
El ombligo
Cuando uno se pone a ver las opiniones son como los ombligos, todos tenemos uno y para nosotros es bien bonito. Hace un tiempo una persona se atrevió a salir con su camisa a media barriga y se le veía su asqueroso ombligo. Pero para ella era bonito. Así son las opiniones. Algunas mujeres se enorgullecen de enseñar su ombligo. Yo les digo, "POR FAVOR ESCONDE ESO". Pero de seguro habrá alguien que le gustará un ombligo más que otro. La vida es así. ¿Que hace a un ombligo ser más "lindo" que otro? No sé y no entiendo porque hay alguno que sea más bonito que el mío.
Cuando uno se pone a ver las opiniones de algunas personas resultan más "bonitas" dependiendo del contexto, la persona que las hace y la opinión de la gente. Por ejemplo si la belleza del ombligo depende de la persona que lo tiene entonces uno no tomará solo el ombligo en cuenta a la hora de determinar cual es el más bonito. A ver imagínese el ombligo de Jay Fonseca... Ahora imagínese el ombligo de Shakira... ¿Cual es más bonito?
Títulos
Cuando una persona emite una opinión lo primero que busca la gente es ver qué titulo tiene. Aquí en esta isla tenemos la impresión de que entre más títulos tenga una persona más sabe o más vale su opinión. Pero no es así. Si por el título fuera entones la opinión de un abogado valdría más que la de un profesor de universidad, y la del profesor más que la de un maestros y la del maestro más que de un electricista, y la del electricista más que la de un conserje, etc, etc... Si la opinión la emite el "Licenciado Fulano" la gente la valorará más que la de "Fulano el conserje".
Seguidores en las redes
Aquí el valor de una opinión está sujeto a los títulos que tenga la persona y al apoyo que esa persona tenga. Hoy día los medios se dejan llevar por la cantidad de seguidores que tenga una persona en las redes a la hora de determinar si le dan o no valor a los que dice. No es lo mismo una opinión de alguien con 60 seguidores en Twitter que la de uno con 129,000. Sin embargo conseguir seguidores en Twitter o Facebook es tan fácil como comprarlos así que no creo que la cantidad de seguidores en las redes deba ser un factor a tomar en cuenta a la hora de determinar si la opinión de una persona es válida o no. De ser así entonces la opinión de un troglodita como El Molusco vale más que la de una joven muy inteligente de nombre Denisse a la que sigo y de la que he aprendido mucho pero no tiene miles de seguidores.
Estar en los medios
Otra cosa a tomar en cuenta es que si un artista o personalidad de los medios entra a las redes la gente lo seguirá solo porque aparece en televisión o en radio. Si señores, estar en la televisión también inviste de un aura de sabiduría a los opinadores. Por eso ahora algunos periódicos publica las columnas (que no llegan ni a balaustres) de gente como El Molusco, Red Shadow y hasta la de Yoyo Ferrán. Estar en un medio de televisión es para muchos un factor a considerar a la hora de determinar si creen o no la opinión de alguien.
El eco de las redes
En el momento en que algo se vuelve viral en las redes ya la gente le da su sello de aprobación y lo consideran una autoridad. Si lo que dice Jay Fonseca se retuitea más de mil veces (como muchas veces pasa por los factores antes mencionados) entonces lo que él diga se convierte en palabra de sabio. Si es por eso entonce debemos considerar al más sabio de todos en esta tierra a Psy que consigió billones de hits en youtube con su video del Gangnam Style.
Un ombligo es un ombligo
No hay ombligos lindos ni ombligos feos. Solo hay ombligos. Y el ombligo no cumple una función particular, es solo la cicatriz de lo que una vez nos unió a la madre que nos parió. Si alguien considera bonito el ombligo de Shakira es porque está mirando a Shakira completa porque si solo se le mostrara el ombligo sin el resto de la imagen de seguro no le gustaría. Lo mismo pasa con las opiniones. Una opinión es solo eso hasta que la gente mira al que opina y tomando en cuenta su fama, títulos, exposicion en los medios o presencia y cantidad de eco en las redes, se deja llevar y entonces la opinión se convierte en un oráculo, en una profecía o en algo tan cierto como una ley científica.
Ninguna opinión vale más que otra. Ni en la Corte Suprema una opinión de uno que esté en la minoría vale más por estar mejor escrita (y yo he leído unas opiniones disidentes de Antonin Scalia que me erizan los pelos pero no le hacen caso por no estar en la mayoría).
Cruda realidad, las opiniones dependen de quien las dice y de quien las escucha, todo las opiniones tienen un color de cristal, unas más transparentes y otras muy ocuras
ResponderEliminarLa mayoría de las opiniones de los analistas son oscuras...
ResponderEliminarAdelante y éxito.
La "opinión" que vale más es la que se puede sustentar con hechos concretos. Ni más ni menos.
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