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7.03.2010
La flor
El hombre, como la hierba son sus días; como la flor del campo, así florece; cuando el viento pasa sobre ella, deja de ser, y su lugar ya no la reconoce. Salmo 103:15, 16
¿Quién recuerda el olor de una flor? Recuerdo el olor de las margaritas, rosas, claveles y otras flores. Algunas flores las he olido cuando estaban en su ambiente y otras cuando estaban en arreglos, fuera de su ambiente.
Al oler una flor el olor se queda en nuestras memorias para siempre. Todavía no olvido el olor de una rosa y cuando veo una recuerdo el olor tan vívidamente como si tuviese la ahí mismo. Es increíble como cada flor emite su olor una vez y sin embargo perdura para siempre en la memoria.
Cuando leo ese Salmo recuerdo siempre que debo ser como una flor, de hecho mi vida es como una flor. En algun momento fue una semilla insignificante luego una pequeña planta y de repente florece...
Admirar su belleza es algo tremendo, mirar la flor ahí en su ambiente es algo lindo pero cuando se percibe su olor esa experiencia hace de uno otra persona y cuando se toca un pétalo, sentir esa suavidad...
Cuando reflexiono sobre este pasaje recuerdo que al igual que la flor debo en algún momento emitir mi olor. Mi vida al igual que la de la flor servirá un propósito. Mi semilla dará vida a otras flores que en su momento continuarán la obra en este gran jardín llamado vida...
Nada dura para siempre la flor que en algún momento deleitó mi vista y nariz se seca. Cada pétalo cae adornando el suelo y sirviendo de alimento a otras plantas que creceran. Aún después de secarse la flor continúa aportando. Nunca olvidaré aquella rosa...
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