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1.28.2011

Que Dios Bendiga al Agente Rodríguez

Hace varios años atrás cuando mi esposa y yo estábamos comenzando nuestra familia teníamos un carro viejito que nos llevaba a todas partes. Era un Toyota Celica con un motor super nítido pero con una carrocería mala. El  moho había corroído parte del "sunroof" y cuando llovía recuerdo que el agua me caía gota a gota en el hombro. Pero aquel carrito nos llevaba todas partes sin problema. Bueno, había un pequeño problema, el medidor de gasolina no servía y uno no sabía cuando el tanque estaba lleno a menos que cuando lo llenaras la gasolina se saliera y peor aún no se sabía cuando el tanque estaba vacío.

Una noche mi esposa y yo veníamos de San Juan. Veníamos hablando cuando de momento el carro comenzó a dar uno jalones y a hacer como que se iba a apagar. Estábamno pasando por el antiguo Oso Blanco cuando comenzó el problema y yo dije que a lo mejor se le quitaba pero siguió el asunto y los jalones eran cada vez más fuertes. Nos estábamos quedando sin gasolina.

Pensé que podíamos llegar a la próxima salida y llegar a una gasolinera pero cuando el último jalón apagó el carro tiré el guíe a la derecha y me estacioné en el paseo. Las luces intermitentes eran la señal de auxilio para que algún gruero se detuviera y nos ayudara. Le dije a mi esposa que saliera del carro y se fuera al area detrás de la valla protectora pues en la autopista estaba el animal que hacía orilla y morir en el paseo era algo con alta probabilidad. Mientras hablábamos esperando un gruero un auto pequeño se metió al paseo y se estacionó detrás de nosotros. Era un Hyundai Accent de esos que eran color rosa-champagne y que se veían en cada lugar de la isla y llenaban los junkers. Eso era raro, no era ninguno de mis amigos del trabajo pues no conocía el carro. Se abre la puerta y se baja un oficial de la Policía de Puerto Rico.

El policía era un poco grueso. Tenía la cara redonda y usaba espejuelos circulares. Me acerqué a él y me dijo, "¿qué sucede?". Le expliqué lo de la gasolina y de que cerca había una gasolinera  pero la gasolina que tenía no me dió para llegar allá. "Yo sé donde es la gasolinera yo trabajo en esta zona, si quieres te llevo", me dijo el sonriente oficial. Entonces un poco avergonzado le confesé que no tenía el galón para cargar gasolina en mi carro pero me dijo, "no te preocupes yo te presto el mío". Bueno, nos montamos los tres en el carro del Agente Rodríguez quién nos contó que llevaba varios años trabajando en la policía de San Juan e iba de camino a su casa. Dijo que se detuvo a ayudarnos porque vió que eramos "buenas personas" pero si llega a ser otro no lo hacía. Llegamos a la gasolinera eché la gasolina en el contenedor del Agente Rodríguez y regresamos para la autopista hacía mi carro.

Una vez terminado de echar la gasolina el Agente me dijo, "Ahora vayan y llenen el tanque porque sino se van a quedar mas 'alante". Le dije que sí y le pregunté si quería que le diera algo por el favor. Me miró y me dijo, "Ustedes son cristianos ¿verdad?". Le contesté que sí. "Hagan una oración por el Agente Rodriguez cuando se acuerden y por mi familia", me dijo. Se me formó un taco en la garganta al ver a un policía que iba de camino a su casa y cansado que estuvo dispuesto a salir de su ruta a ayudarnos. "Seguro que sí, Dios le bendiga oficial", le dije.

Desde ese entonces y siempre que me acuerdo hago una oración por el Agente Rodríguez y por todos los buenos policías que tiene nuestra pequeña isla que están para "Proteger y Servir". Que Dios bendiga al Agente Rodríguez.


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