Mi hija cumplía años. Ser padre es una de las mejores cosas que me ha pasado y celebrar su tercer cumpleaños me llenaba de alegría. Mi esposa y yo nos habíamos puesto de acuerdo, ella se encargaría de comprar las cosas de comida y yo compraría las de la fiesta. Ese día recordé que había un negocio por el cual yo siempre pasaba, se llamaba "La Casa de las Fiestas". De afuera se veían las cosas para cumpleaños, bodas y otras fiestas. Nunca me había dado por entrar pero hoy quise ver si ahí podía conseguir todo para la fiesta de mi hija ahí y no tener que ir a distintos sitios.
Al entrar a la tienda noto que la iluminación no era tan brillante. Uno pensaría que un lugar que vende cosas para fiestas estaría mejor iluminado pero, pues, así era aquella tienda. había anaqueles con globos, juguetes, una sección de piñatas. Definitivamente era un lugar para fiestas. Mientras miraba por la tienda noté que la luz de momento comenzaba a parpadear. Me molestan las luces que parpadean.
Al frente de la tienda tenían una caja registradora de esas antiguas que tienen botones y hacen mucho ruido cuando suman. Increíble que al día de hoy todavía existiera algo así. La luz comenzó a parpadear nuevamente. ¡Que molesto!
Estuve parado un rato y nadie salía a atenderme. Caminé por los anaqueles y entonces vino una señora anciana con el pelo blanco, bien blanco. "¿En que le puedo servir señor?" -- me preguntó jovialmente. "Mi hija cumple años y quisiera hacerle un regalo de esos que ustedes hacen de peluches dentro de globos." -- dije medio confundido. NO sé como se le dice a esas cosas. "Un arreglo en globo." -- dijo sonriendo. "Sí, eso, un arreglo en globo." -- dije como un nene contento cuando aprende algo nuevo. La señora sonrió y me hizo señas para que pasara a la parte de atrás de la tienda.
Allí al final había una puerta y la señora del pelo blanco la abrió y siguió caminando por ella. La puerta conducía a un sótano. Las escaleras eran de madera pintadas de un color rojo brillantes. Ahí en el sótano habían otros anaqueles pero habían arreglos de peluches dentro de globos hechos. "Mire a ver cual le gusta más y en breve vuelvo con usted." -- me dijo sonriendo.
Habían globos con peluches grandes y peluches pequeños. Habían globos con peluches y flores y globos de colores. No podía decidirme. ¿Qué le podría gustar a mi hija?
De repente se escuchó como el ruido de un compresor prendiendo y las luces comenzaron a parpadear. "Fluctuaciones de voltaje." -- dije en voz baja. Esas fluctuaciones se dan cuando un aparato consume más energía de la que puede dar el voltaje que hay en el receptáculo al cual está conectado. Es algo que puede arreglar un electricista. De momento se escuchó el ruido de aire saliendo. "Sssssssssssssssssssspt". El ruido se detuvo se apagó el compresor y la luz dejó de parpadear. El ruido salía de una puerta al final del sótano. De seguro allí estaba el que llenaba los arreglos.
Me dió con ir a la puerta y abrirla a ver que era aquello. La viejita no estaba y la puerta no decía "NO ENTRE" por ninguna parte. Si me cogían podía decir que estaba buscando el baño. Abrí la puerta y comenzó a entrar un aire al sótano. Era brisa. Abrí un poco más y ví que la puerta daba a un patio, pero no era un patio, era más grande. Tenía grama bien corta como los campos de golf. Era un prado. Era bien lindo. Había arboles a los lejos y cuando miré había una caja de madera con una ventanilla a mi lado derecho. Algo raro que ví es que habían globos dispersos por el campo. Eran globos como los de los arreglos pero eran muchos globos. habían decenas o centenas dispersos por el enorme prado con grama verde y brisa suave.
La caja de madera era como esas casetas donde hay guardias en las construcciones o urbanizaciones. Me pregunto si había alguien adentro. Tenía una puerta cerrada. Al costado tenía una pequeña abertura como una puertita a nivel de mi cintura pero nada más. De momento se escuchó el ruido del compresor y venía de la caja de madera. Se escuchó el aire. De repente se abrió la puertita. Una mano anciana la abrió y le puso un palito para que no se cerrara. Me dió con acercarme a mirar y adentro había un viejito calvo pero con pelo creciéndole en un semicírculo alrededor de la calva. Tenía un bigote ancho y desarreglado. Miré por la puertita y me sonrió. Tenía un globo en una mano y en la otra algo como una semilla. Era como un grano de arroz con cáscara.
El viejito sopló la semilla con sus labios y la echo dentro del globo. Entonces puso la abertura del globo en el compresor y comenzó a llenarse. Cuando se llenó lo lanzó por la puertita hacia afuera y la cerró.
El viento comenzó a soplar y se llevó el globo con el granito adentro. El ruido del compresor se acabó.
Habían miles de globos por el prado. Ya que estaba allí pues me puse a caminar con cuidado para no reventar los globos. Todos tenían granitos. Pero entre más me alejaba comencé a notar que en algunos los granitos estaban botando la cáscara. Entre más caminaba noté que algunos granitos eran blancos, negros o marrón. Algunos eran amarillos.
Noté que entre más caminaba los granitos dentro de los globos cambiaban de forma. Comenzaban a verse como esferitas, esferitas hechas de arroz. Seguí caminando y viendo esferitas de color negro, blanco, marrón. Y amarillas.
La brisa movía los globos de aquí para allá. ¿Que fué lo que ví? ¡Una de las esferitas se estaba moviendo. conforme iba pasando las esferitas dentro de los globos se movían por cuenta propia. Tome el globo para ver si era cosa mía pero sí, la esferita se movía de un lado a otro. Era como si estuviera huyendo o corriendo hacia algo.
A cada rato se escuchaba el ruido del compresor y otro globo salía por la ventanita...
Entonces llegué al primer globo que me causó la extrañeza más grande de mi vida. No tenía una esferita. Tenía un hombrecito, un hombrecito bien pequeño. Parecía un muñequito pequeñito. Definitivamente había un hombrecito dentro. Era negro. Se estaba moviendo y corría dentro del globo riendo como cuando los niños ríen cuando están jugando.
Ya estaba más lejos de la caja de madera, estaba muy metido en el prado. Los globos no se veían tan apilados. Estaban dispersos. Pero ahora veía que en esta parte los globos tenían hombrecitos.
Creo que estaba entendiendo. Los granos se volvían en esferitas que luego se convertían en hombrecitos.
Entonces me entró una idea terrible ¡Van a morir de hambre! ¡Hay que sacarlos de esos globos! Tomé un globo y este tenía una mujercita pequeñita del tamaño de un grano de arroz corriendo dentro. Se veía feliz. ¿Como podía ser feliz si no tenía ni comida ni agua?
¿Como podía rescatarla yo de ahí? El globo tenía un nudo muy bien amarrado. Además si soltaba el nudo la presión del aire la sacaría disparada. Yo estaba ahí preocupado y la mujercita corría alegre por el globo como una niña jugando. Estaba feliz a pesar de estar encerrada dentro de ese globo sin comida ni agua. Era feliz a pesar de estar ahí cautiva...
Solté el globo con la mujercita y seguí caminando. Apenas ya se veía la caja de madera con el viejito que llenaba globos y les ponía granos que luego se convertían en esferitas que luego se convertían en hombrecitos y mujercitas del tamaño de un grano de arroz y se veían felices a pesar de no tener comida ni agua.
Mientras caminaba note que los hombrecitos y las mujercitas en los globos que estaban más alejados de la caja donde estaba el viejito se movían con menos energía. No se veían cansados. Aun sonreían pero se movían más lento. Entonces tomé otro globo. Este hombrecito estaba casi sin moverse. no corría, caminaba pero aún reía. Se veía con una felicidad como la que tienen los que tienen algo y están conformes. Me quedé un rato viéndolo. El hombrecito caminaba y sonreía, caminaba y sonreía. Cada vez caminaba más lento, y más lento. Entonces se detuvo. Se sentó, Se acostó de lado. Aun sonreía cuando cerro los ojos y dejó de moverse.
Comencé a llorar. Había presenciado la muerte de un hombrecito de arroz. Lloré amargamente y entonces maldije al viejito que llenaba los globos. ¿Porque ... metía los granos en esos globos para que después murieran? "¡Maldito viejo ...! -- Grité desesperado. Tomé otro globo y era lo mismo. Era una mujercita y estaba sentada. Cerró los ojos y entonces se acostó de lado sonriendo y no se movió más.
Estos pobres hombrecitos están muriendo felices mientras el maldito viejo los sigue lanzando sin comida ni agua encerrados en estos globos. ¡Maldito viejo ... !
Decidí hacer algo entonces. Corrí y llegué a la parte donde estaban los globos con los hombrecitos que estaban más alegres y saludables. Tomé uno y con lágrimas en los ojos dije -- "Te voy a sacar de ahí para que seas libre". El hombrecito ni me escuchó, seguía corriendo feliz. Pinché el globo y ¡PUM! explotó. Con al explosión el hombrecito cayó al suelo en la grama. comencé a buscarlo y ahí estaba en una brizna de hierba. Lo había liberado pero entonces noté que no se estaba riendo. Estaba con cara de agonía. Se agarraba el cuello como si buscara aire. Tenía los ojos abiertos en una agonía terrible. Agitaba los brazos y tenía la boca abierta buscando aire. ¡Estaba muriendo de asfixia! Lo tomé en mi mano, comenzó a convulzar y a dar vueltas mientras buscaba aire. ¿Como podía buscar aire si tenía ahora aire fresco y dentro del globo era aire comprimido. La agonía del hombrecito duró varios minutos. yo observaba ahí impotente porque no sabía que hacer. Maldije al viejo que lo puso en el globo. Entonces murió. Tenía la carita violeta. Murió de asfixia.
¿Habré matado yo al hombrecito? Tal vez murió por que la manera de sacarlo no era explotando el globo. Ahora sentía pena con culpabilidad porque no sabía si había sido yo quién mató al hombrecito. Mientras tanto en los globos alrededor los otros hombrecitos corrían alegres. Ya no me atreví a tocar otro globo...
En el momento en que murió el hombrecito escuché que desde la caja de madera el viejito lloraba desconsoladamente. Era el llanto de los que lloran cuando pierden algo querido. Era un llanto con dolor profundo. De repente se abrió la ventanita por donde sacaba los globos y me gritó "¡Maldito!"
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