Escrito por MGL (La Esposa de Prometeo)Le podría sorprender, pero decidí ser maestra y de matemáticas tan solo con 6 años. No sé cuanta importancia pueda tener para cualquier niña que cursa primer grado establecerse una meta, pero yo lo tomé bien en serio. Durante mi enseñanza elemental cada vez que amanecía cansada, enferma, angustiada o sin deseos de asistir a la escuela recordaba dos cosas: mi deseo de ser maestra y las palabras de mi madre cuando me aconsejaba “tú que puedes hazlo, porque yo quise y no pude” refiriéndose a los pocos recursos que su familia tuvo y su imposibilidad de estudiar aún habiéndolo deseado.
En esa época, como cualquier ser humano tenía en mi mente miles de conflictos de todo tipo: sociales, familiares y económicos, entre otros; pero siempre sobresalía mi deseo de superarme y aprovechar las oportunidades que tuve, que mis padres no tuvieron y mi deseo de ser como aquella que se paraba frente a mí todos los días, que parecía saber mucho y que yo consideraba mi ejemplo. ¿Por qué para mí era un ejemplo? ¿Porqué no decía “tú no eres mi madre, tú no me mandas”? Como suelen decir algunos niños o jóvenes cuando un adulto que no es su padre lo confronta. Las palabras de mi madre pueden traer luz ante esta interrogante.
Mi madre decía prácticamente todos los días: “Respeta a tu maestra y recuerda que es como tu segunda madre, que pasas más tiempo con ella que conmigo.” Qué persona que vivió esos tiempos no recuerda haber oído estas palabras. Había que respetar los maestros porque eran nuestros segundos padres, por eso eran mi ejemplo a seguir, por eso sus consejos y sus enseñanzas eran valiosas para mí. Tanto era importante que dos más dos era cuatro como cuando me enseñaban a sentarme correctamente o incluso a inclinarme de manera adecuada para recoger algún objeto del suelo.
Todo esto me lleva a cuestionarme porqué están tan generalizada entre los niños y jóvenes las conductas violentas y las faltas de respeto hacia los docentes como gritarle a un maestro, tutearle, exigirle con tono grosero, expresarle palabras soeces entre muchas otras. Y peor aún, aunque todavía hay muchos padres muy responsables, hay muchos otros y parece generalizado que llegan a la escuela a exigir puntuaciones para sus hijos o a excusar a sus hijos hasta el punto de hacer ver que reprueban porque el maestro es inepto, irresponsable e inconsciente de sus necesidades personales.
¿Por qué tanto nuestros jóvenes como sus padres han adquirido esta concepción de los maestros? Solo tenemos que ver las noticias y sabremos porqué; permítame explicarlo. Hace 6 años logré mi meta y comencé a practicar mi vocación y compartir con los jóvenes una de las disciplinas más hermosas que existe; las matemáticas. Es hermoso y gratificante ver un joven expresar satisfacción cuando logra resolver un problema matemático que al principio le parecía retador o quizás hasta intimidante. Es gratificante sentir la satisfacción de un joven que siente que puede o que se está superando. Todas estas experiencias me hacen recordar porqué me gusta ser maestra.
Pero durante los últimos cuatro años que trabajo en el sistema también he encontrado experiencias que me han zarandeado. Estremece ver como cada secretario que ha estado en la silla del Departamento de Educación de Puerto Rico pareciera tener como meta degradar a los docentes de nuestra isla. Constantes referencias a una supuesta pobre educación, a unas pruebas estandarizadas que no son aprobadas, a una supuesta falta de honradez entre los docentes que hace imperativo imponer métodos costosos para solucionarlo, entre otros asuntos. Cuando era el Sr. Aragunde el que estaba en la silla esas eran sus referencias hacia los maestros.
Parecía que todo cambiaría con el Sr. Chardón, y sí ha cambiado porque ahora el nuevo secretario es más estoico en sus declaraciones y hasta se atreve a escribirlo “para detener el deterioro escolar comprobado en las pruebas puertorriqueñas de aprovechamiento académico hasta tanto vuelva la escuela pública al cometido de proveer una educación responsablemente.” “Los periodos disponibles del maestro para su preparación se utilizarán exclusivamente para ello y el otro periodo se utilizará con fines escolares, pues no es hora de asueto.”
Ser maestro es grandioso, pero ser constantemente atropellado emocionalmente no es manera de motivar algunos maestros que estén desinteresados; en cambio es agente desmotivador para aquellos docentes que trabajamos arduamente para lograr cambios y aprendizaje en nuestros jóvenes. No podemos negar que sí hay trabajadores irresponsables y hasta inmorales como los hay en toda rama obrera y profesional, como los hay en cada barrio o pueblo, como los hay en cualquier país, porque todos sabemos de qué pata cojea cada quien. Pero no puedo permitir que cada fulano que se sienta en una cómoda silla en Nivel Central trate a la docencia puertorriqueña como si todos fueran vagos, ineptos e irresponsables. No porque hay algunos buenos sino porque la mayoría son de los buenos.
Si se quieren resultados positivos no conseguirán atacando a los maestros puertorriqueños porque el efecto de maestros emocionalmente maltratados no serán estudiantes que aprueben sus pruebas. Lea las palabras de una docente tomadas de la página http://educacion.idoneos.com “Me identifico con el personaje del maestro curioso,capaz de transmitir el entusiasmo por el conocimiento. Contagiar mi amor por el estudio. Compartir que sé y lo que sigo aprendiendo. Renovar el entusiasmo, clase tras clase.” Me hago eco de estas palabras pero advierto que las palabras del Sr. Chardón [“para detener el deterioro escolar comprobado en las pruebas puertorriqueñas de aprovechamiento académico hasta tanto vuelva la escuela pública al cometido de proveer una educación responsablemente.” “Los periodos disponibles del maestro para su preparación se utilizarán exclusivamente para ello y el otro periodo se utilizará con fines escolares, pues no es hora de asueto.”] pueden llevar a que esta visión se ahogue en muchos maestros y el resultado sería negativo en los estudiantes. Si queremos estudiantes sanos y talentosos se debe procurar un ambiente de trabajo propicio para los maestros. En cambio la experiencia de los docentes ha sido un ambiente de trabajo atropellado y hostigante.
Por todo esto ya ni los padres ni los estudiantes respetan a los maestros ni los consideran un ejemplo; sino una pandereta para descargar frustraciones. Si el que nos debería representar no nos respeta, como lo harán los jóvenes y padres que son influenciados por sus comentarios. En vez, de enaltecer ante un pueblo los aspectos negativos de algunos se debería ensalzar el esfuerzo de los muchos maestros que llegan a sus hogares a crear actividades novedosas, a corregir exámenes y hasta entrar datos al sistema de información y no porque pierden el tiempo en la escuela sino porque quieren maximizar el tiempo disponible en la escuela para desarrollar actividades educativas con los estudiantes. Ese tiempo que trabajan en la casa nadie lo paga; pero eso Chardón no lo dice. En las horas disponibles que tienen los maestros en la escuela hay que hacer milagros para atender padres y tantos asuntos que conciernen a los estudiantes. Muchas veces somos los maestros los que salvamos a un estudiante de las calles, evitamos que un padre le pegue a su hijo, que una joven se vaya de su casa, que un niño se suicide porque sus padres se divorciaron entre tantas situaciones que surgen en la vida de los estudiantes. El Sr. Chardón concibe los estudiantes como máquinas que se rigen sin cuestionar por un régimen de 60 minutos, pero son seres humanos con necesidades que sino se atienden no habrá ni español ni matemática que pueda interesarles, recordemos que lo dijo Maslow. Muchas veces los orientadores y trabajadores sociales no pueden llegar a los estudiantes como los maestros. En mis tiempos mi maestra me enviaba cinco minutos antes y al otro día le trabajaba doble; porque la negociación tiene más poder que la imposición.
Alguien dijo “Enseñar a quien no quiere aprender es como sembrar un campo sin ararlo.” ¿Cómo será enseñar a quien ha sido influenciado por una política que degrada el magisterio? Hace poco escuché decir que teníamos que “atacuñar el pan de la enseñanza”. Y muchas veces es cierto porque los jóvenes ya se creen que los maestros solo piensan en sus intereses y no en las necesidades de los estudiantes y le creen a sus padres cuando les dicen que no trabajan en las vacaciones porque son vagos. Y si no nos tienen respeto ¿tendrán respeto de lo que enseñamos? Sr. Chardón si quiere hacer ver que está haciendo, atienda los problemas reales: pruebas puertorriqueñas que no parean con los currículos establecidos, nuevos currículos establecidos en el mes de septiembre cuando ya ha empezado el curso escolar, currículos que son impuestos bajo amenaza (y hablan de Fidel) sabiendo los maestros que son irreales y que no están basados en las necesidades de los estudiantes, personas que dirigen departamentos diciendo “den las F’s que tengan que dar y a los padres los mandan donde mí”, o diciendo “no me importa que los estudiantes pasen el Collage Board lo que importa son las pruebas puertorriqueñas” o vea los superintendentes que le dicen a los maestros que “en verano no se dan D’s ni F’s” aunque el estudiante no sepa ni tres más dos. Los maestros de matemáticas nos enfrentamos constantemente a estudiantes que no saben sumar ni restar que después de verano vienen con A en álgebra. Estos sí son problemas reales, pero éstos no los ve. No es la educación lo que está en deterioro, lo que hay que enderezar es la administración empezando por la silla del secretario.