Por Jay Fonseca
Si tenemos un negocio de vender tofú y nos percatamos que sería más rentable vender alcapurrias nos olvidaríamos de la comida vegetariana y venderíamos frituras. A la larga, la responsabilidad es del individuo y del gobierno, no del chinchorro o de la fritolera. Al menos, si no pensamos así, de esa forma actuamos. Igual se hizo en el caso presente. Noticias serias y con contenido eran apoyadas por un minúsculo grupo de personas inteligentes, serias y comprometidas. Lamentablemente la mayoría prefiere la bayoya y el entretenimiento informativo.
El entretenimiento se está adueñando de todo. Nosotros somos partícipes directos de esa realidad. Todo, absolutamente todo tiene que ser entretenido. Pasamos decenas de horas a la semana en Facebook, Twitter, MySpace o cualquier otra RED social. Francamente, lo anterior no es malo, pero, ¿realmente vale la pena pasar tantas horas socializando?
Sé que algunos dirán que se informan a través de la RED, pero la proporción de horas que dedicamos a informarnos no compara con la cantidad de horas que le dedicamos a entretenernos. Las noticias se han convertido en otro medio de entretenimiento más. Era cierto lo del baile, botella y baraja que dijo el gobernador Miguel de la Torre. Ahora se llaman Facebook, las movies y las novelas.
Los retos se han diversificado, pero siguen siendo los mismos de antes. También ahora hay oportunidades de expresión que antes no existían. No se puede culpar al perro por ladrar. Queremos libre competencia, permitimos el capitalismo, participamos de él activamente, pero no queremos los despidos, no queremos que empleados pierdan sus planes 401k y planes de retiro. Lo uno es consecuencia de lo otro.
La corporación es la herramienta principal del capitalismo salvaje, no el de Adam Smith que era muy superior al neoliberal actual, y esa corporación actúa como lo que es, una máquina de producir dinero para los accionistas sin ver las consecuencias sobre las “externalidades” que produce. Ese modelo actual vino para quedarse a menos que ocurra una revolución social. Lo anterior, no ocurrirá a no ser que se eduque a los pueblos, y los pueblos solamente pueden ser educados a través de mecanismos eficientes que mayormente surgen tras conflictos internos con consecuencias desastrosas o la pobreza extrema.
En fin, no podemos culpar a la corporación de asumir su rol natural, no podemos culpar al CEO de la empresa por hacer de lo que su trabajo y fortuna depende, no podemos seguir señalando al sistema en el que vivimos, nos toca señalarnos a nosotros mismos y plantearnos que podemos, debemos y tenemos que hacer y lo que sabemos que debemos, pero no hacemos por conformismo o vagancia.
Estoy más que agradecido de todos los que me leen ahora, presumo que en algún momento me escucharon. Gracias a ustedes he crecido, aprendido y humildemente les digo que el futuro, aunque no lo veo mejor, ciertamente nos dará la oportunidad de reunirnos nuevamente.