Desde que el hombre pisó la tierra por primera vez se valió de la palabra para comunicarse. La palabra sirvió para conseguir cosas. Con el tiempo la palabra y los discursos se han utilizado para avanzar causas, conseguir el poder, y manipular personas.
Hace un tiempo atrás estaba ofreciendo un taller de predicación a los jóvenes de la iglesia. Parte del arte de predicar y cualquier otro discurso está en saber hacia donde dirigir el mensaje. Claro, se le habla a la persona pero cuando usted quiere lograr un objetivo en específico su mensaje tratará de estimular una de tres areas del ser humano: la mente (la razón), el corazón (las emociones) o el estómago (los deseos físicos).
¿Quienes le hablan a la mente?
Profesores, personas que quieren convencer con argumentos y gente que respeta a su audiencia usarán la razón para convencer. Se requiere de inteligencia para hablarle a la mente. Datos, estadísticas, citas de estudios y hechos históricos son los que más se mencionan durante un discurso dirigidoa la mente.
El discurso que busca convencer con razonamientos es elevado y no muchos lo reciben. Los pocos que pueden digerirlo tendrán una lección aprendida para los que no les gusta sentirán la tortura de escuchar a una persona decir cosas con números, datos, fechas y bla, bla, bla...
¿Quienes hablan al corazón?
Pastores, políticos, motivadores, novios, maridos arrepentidos, niños que quieren algo tratarán de mover a la gente para que sientan algo y les hagan caso. También los que se dedican a motivar a otros como sicólogos y entrenadores usarán discursos dirigidos a mover las emociones. Buscan hacer llorar, enfadar o reír con tal de que la persona esté más dispuesta a aceptar o realizar algo.
El discurso que evoca pasiones es uno que es difícil de olvidar porque cuando uno siente algo esa sensación es recordada con más intensidad.
¿Quienes le hablan a la barriga?
Políticos que hacen promesas vacías y dicen qeu darán esto o aquello, maridos que le prometena su esposa comprarle lo que se apara que los perdonen, padres que no saben conrtrolar a sus hijos y les dicen que los premiarán con algo si se portan bien, clérigos musulmanes que le prometen a un joven que tendrá 11,000 vírgenes por la eternidad si se amarran una bomba en el pecho y se explotan en medio de una multitud. El discurso dirigido a la barriga es el más bajo de los tres pues requiere que el que lo dice estimule los sentimientos de quere tener de la gente y les dé algo a cambio. Una vez alguien tiene algo ya no se esforzará por hacerlo por cumplir sino por la recompensa y el día que la recompensa no esté...
El discurso que provoca deseos es fácil de pronunciar y hasta un reggaetonero. Prometer que se va a dar algo hace que la gente interesada en recibir algo a cambio (la mayoría) esté dispuesta a actuar o a hacer algo por que le les dará algo.
En todo discurso hay una combinación de los tres elementos usados para convencer. Dependiendo del que habla y la credibilidad que tenga el uso que haga de éstos elementos de persuasión tendrán un efecto en la audiencia.
*Nota: (Lo anterior es la introducción a un capítulo de un libro sobre predicación que estoy escribiendo. ¿Qué les parece? Puden darme sugerencias en la sección de comentarios.)