Ante el revolú que se formó luego que el periodista-abogado-comentarista Jay Fonseca tuviese una acalorada discusión con la
bruta-indecente-senadora (es es un insulto también) Evelyn Vázquez las reacciones han llevado a los que lo presenciamos a uno u otro bando. Yo estoy en el bando de Jay porque lo apoyo pero no dejo de ver que este incidente probó que el muchacho de San Lorenzo tiene mucho que aprender.
Napoleón Bonaparte fue el que dijo que las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo. En este país donde la violencia machista arropa todo los ámbitos, desde el regguetonero que barre y mapea el piso en sus líricas hasta el policía que le entra a tiros a su esposa, el mero hecho de que alguien le levante la voz a una mujer es visto como un acto de agresión.
Yo ví el segmento donde ocurrió la garata y a claras luces aquello fue una pescaíto que le tiraron a Jay para que se agitara e hiciera lo que hizo. La producción del programa Día a Día se colgó al permitir que la senadora Vázquez llegara sin aviso y se metiera al segmento a hacer un secuestro del programa. Todo fue orquestado. Sabían que Jay se iba a salir por el techo y eso sucedió. Les dió el material para una demanda, querella al Supremo y otras cosas más.
Jay Fonseca es una persona bien inteligente. El hombre rompió la curva en el LSAT, el exámen de admisión a las escuelas de derecho. Eso no lo hace cualquiera. Pero la inteligencia de Jay es solo en el área académica. Su manejo de las emociones está aún inmaduro e intenta compensarlo con su inteligencia.
Hace un tiempo alguien me dió el mejor consejo de mi vida: "Cuidate de tu propia mente". Yo era un tipo que no perdía una discusión y terminaba teniendo la razón en todo pero perdía en simpatía. Esa sabia señora que me aconsejó me dijo que yo era muy inteligente pero mi inteligencia me iba a llevar a quedarme solo eventualmente.
Un día leí un libro de la leyenda de los abogados, Gerry Spence titulado "
How to Argue & Win Every Time: At Home, At Work, In Court, Everywhere, Everyday" [Enlace de amazon.com] (Como argumentar y ganar todo el tiempo...) En una parte el abogado que nunca ha perdido un caso relata la pérdida más dolorosa en su vida, su primer matrimonio. Cuenta que en las discusiones nunca perdía y buscaba tener la última palabra sin importa qué. Eso eventualmente lo separó de su esposa, algo que él lamenta y entonces aprendió que hay momentos en los que hay que perder para ganar.
En la guerra hay una estrategia conocida como la "retirada táctica". El grupo envuelto en el combate se echa a correr y el enemigo se va detrás, más adelante hay una emboscada esperando al enemigo o una serie de trampas para reducir sus combatientes.
Jay debió quedarse callado ante la irrupción de Vázquez en su programa pero no, él tenía que probar que sus estudios en leyes lo hacían el mejor y se puso a discutir con una persona que no tiene ni la mitad del intelecto que él pero le sobra maña y experiencia. Hay mujeres que son unas expertas en provocar situaciones donde agitan a los hombres hasta el punto de provocarlos a la violencia para luego culparlos de abuso y maltrato...
Jay necesita aprender a perder. Al otro día en el Circo se puso a discutir con el Ganster y Funky y no los dejaba terminar de hablar cuando los interrumpía para defenderse. Si él hace eso en una corte lo desaforan en tiempo record.
Jay necesita aprender a perder. Se pasa mencionando a cada rato el hecho de que es abogado y ya se parece a Leo Fernández cuando decía "demándame, yo soy prensa". Ser abogado no convierte a alguien en poseedor de la razón o le da poderes especiales. Esa actitud lo va a enajenar de la gente.
Jay necesita aprender a perder. El menciona el hecho de que se levantó desde abajo y ha logrado tener bachillerato, maestrías, y ahora un Juris Doctor y el título de abogado. Tal vez esa racha de victorias han elevado el ego de Jay.
Perder nos ayuda a aprender y en el caso de Jay él necesita aprender a controlar sus impulsos emocionales y a callar cuando es apropiado. Estoy seguro que este capítulo de su vida le enseñará para una próxíma ocasión. Los mejores boxeadores no son los invictos, son los que en algún momento han besado la lona pero al levantarse adquieren la experiencia para no repetir el suceso.