Otro día de trabajo...Tomó el pote de base blanca que iba por la mitad de uso. Pasó el dedo del medio y tomó un poco de pintura. Se la pegó en la frente y comenzó a regarla en forma circular. Luego pasó la pintura por los lados de la cara repitiendo el proceso lentamente y dándose golpecitos para ponerla pareja y no se vieran chichones en la pintura. Maquillarse es un arte y para Pastelazzo ese arte era repetitivo. Ahora se dibujaría los dos círculos en los pómulos en forma de pastelitos. Por lo general los payasos se dibujan uno rojo o azul pero el tenía dos pasteles. Había que mirarlo de cerca para ver el detalle de los puntitos simulando ser cerezas. La parte de los círculos era la más difícil. Luego se haría los adornos en las cejas y un poco de brillo a los lados. Pastelazzo estaba listo. Bueno casi listo...
Entonces se coloca el vestido. Amarillo con muñequeras anaranjadas. Las botas blancas tenían una cherry en la punta. Pastelazzo estaba listo para otra fiesta. Sale a la calle, se monta en su vehículo y guía hasta la fiestecita de cumpleaños. No es mucho lo que le van a a pagar pero peor es nada y es mejor estar en la fiesta escuchando niños que en la casa escuchando el silencio de la soledad que lo mortificaba siempre que salía de alguna fiesta.
Colocó el radio y puso la música--"AQUÍ LLEGÓOOOO PAS-TE-LA-ZZOOOOO". Con esa "O" alargada entró corriendo y riendo. Los niños reían. Había comenzado la mejor parte, escuchar a los niños reír. Eso lo sacaba del soponcio que le entraba cuando estaba solo. Las risas de los niños eran como pequeños violines que tocaban una pieza en alegro.
El show comenzó como de costumbre. El truco de la manzana desaparecida, los malabares, los trucos de cartas los chistes sanos pero con mensaje escondido para los padres que hacía que se rieran. La rutina salió perfectamente. Entonces llegó la parte final. La caja del pastelazzo. El la sujetaba y todos tenían que correr en un círculo al ritmo de la música. Cuando pasaban por la caja tenían que mirar. Si la música se detenía en ese momento salía una mano y ¡PLAF! El pastelazo le caía en la cara. Nadie quería el pastelazo pero cuando alguien lo recibía la risa era incontrolable.
Pastelazzo no era como los demás payasos. El no usaba crema de afeitar para hacer los pasteles. Usaba la crema dulce batida que viene en potes. La crema de afeitar provocaba ardor en los ojos. Además era más gracioso ver a la gente lamiéndose la cara después del pastelazo. Casi siempre dos o tres terminaban empastelados. La risa de los niños era más fuerte con cada pastelazo. Las carcajadas de los niños eran incontrolables cuando el pastelazo le daba a uno. Eso era lo que le daba a Pastelazzo la energía para seguir en su tedioso trabajo, en la rutina de hacer reir a grandes y niños.
Pastelazzo comenzó de joven en su trabajo. Siempre ha sido payaso, no conoce otra profesión. Al principio le gustaba y le encantaba ir a las fiestas pero la rutina repetitiva y los años de hacer lo mismo le causaban disgusto. Lo único que le mantenía con ganas de seguir trabajando era la risa de los niños y las caras de la gente cuando quedaban empasteladas. Algunos se reían, otros se enojaban y los que se enojaban tenían que aprender a disimular bien para no dañar la fiesta. Eso era algo que a Pastelazzo le causaba más risa. Ver a alguien agitado aguantarse las ganas de golpearlo era casi afrodisíaco.
La fiesta de cumpleaños pasó. Le dieron $50 pesos por una hora. Hizo el show completo. NO valía eso pero lo hizo porque sabía que eran una familia pobre y por los niños. También lo hizo por ver las caras empasteladas. Pastelazzo siempre trataba de no empastelar niños pero la máquina tenía la música programada y si la cara frente a la caja era la de un niño ¡PLAF! ¡PASTELAZO! La gente a veces gritaban así "¡PASTELAZO!"
Pastelazzo tomo el dinero y se fue en su vieja guagua llena de colores para su casa. No tenía a donde más ir...
Pastelazzo llegó a la casa. Tiró los $50 pesos en la mesita al lado de la cama. Entonces fue a busacr el removedor y el pañito blanco. Echó el removedor en el pañito y comenzó a pasarlo ceremoniosamente por la cara. Pastelazzo está yéndose y ahí estaba él con la cara un poco manchada y que terminaría de lavarse en la ducha. 20 minutos quitándose el maquillaje. 20 minutos que no facturó...
Luego de meterse a la ducha sintió un taco en la garganta. Contenía las ganas de llorar. Pastelazzo lo ayudaba a escapar de la realidad y a no recordar porque era que estaba solo. Pastelazzo lo ayudaba a mantener la mente ocupada. Pastelazzo lo ayudaba a irse a un mundo donde había risa, donde había ruido de niños riendo, donde no había soledad ni silencio. Pastelazzo lo ayudaba a tener gente que lo quería. Pero ahí solo no se sentía bien. Recordar porque estaba solo lo atormentaba. Salió de la ducha y se secó. Ya no quedaban restos de Pastelazzo. Ahora era él y estaba solo. Sacó una caneca de la gaveta en la cocina y se dió un buche de ron. Eso lo hacía sentir un poco menos mal.
Se puso a ver televisión. Mañana era sábado y los fines de semana buenos tenía al menos dos fiestas. Se avecinaba un buen fin de semana. La fiesta que iría cobraría la tarifa completa. Hasta la máquina de pop corn se iba a llevar porque le pagaron por esa oferta que la incluía. Primero servía pop corn y después el show. Pero ni el prospecto de tener un buen día le quitaba la tristeza que sentía de estar solo y recordar porque estaba solo...
Comenzó a llorar y se puso la almohada en la boca para gritar y dejar que las lágrimas salieran con la presión que causa el dolor de un corazón roto... Se durmió llorando.
Sábado...Otro día de trabajo...Tomó el pote de base blanca que le quedaba una tercera parte. Pasó el dedo del medio y tomó un poco de pintura. Se la pegó en la frente y comenzó a regarla en forma circular. Luego pasó la pintura por los lados de la cara repitiendo el proceso lentamente y dándose golpecitos para ponerla pareja y no se vieran chichones en la pintura. Quedó bien. Ahora se dibujaría los dos círculos en los pómulos en forma de pastelitos. La parte de los círculos era la más difícil. Luego se haría los adornos en las cejas y un poco de brillo a los lados. Pastelazzo estaba listo. Bueno casi listo...
Entonces se coloca el vestido. Amarillo con muñequeras anaranjadas. Las botas blancas tenían con la cherry en la punta. Pastelazzo estaba listo para otra fiesta. Ahora a poner las cosas en orden. Primero las manzanas para los trucos. Ahora a poner las flores que se expanden cuando las sacan del bolsillo. El bolso con doble fondo y las monedas mágicas. Hoy iba a usar la máquina de popcorn así que la metió. Ahora los potes de whipped cream pa los pastelazos y los platos de los pastelazos. Pastelazzo no es nada sin los pastelazos en las fiestas.
Todo estaba listo. Sale a la calle, se monta en su vehículo y guía hasta el lugar del cumpleaños. Salió de la guaga y los niños salieron corriendo a abrazarlo. Todavía la fiesta no había comenzado pero había que llegar antes para montar la máquina de popcorn y tener las cosas arregladas. Los cumpleaños en Centros Comunales eran mejores que los que se hacen en las casas. Era más fácil estacionarse y sacar las cosas.
La fiesta se dió con la rutina de siempre. El show de malabares, los chistes, los trucos de magia. Los niños estaban complacidos. Ahora venía la parte de los pastelazos.
"Gente." -- comenzó decir en voz chillona -- "Ahora viene la rueda pastelera. En esta rueda vamos a bailar en un círculo. Miren esta caja. Cuando ustedes pasen por la caja tienen que mirar adentro. Si la música para y usted está mirando tendrá una sorpresitaaaaa..." Mucha gente no sabia cual era la "sorpresa". Mucha gente descubría porqué se llamaba Pastelazzo en las fiestas cuando comenzaba la rueda pastelera.
Comenzó lo música y la gente iba dando la vuelta en el local. "Miren dentro de la caja. MIREN DENTRO DE LA CAJA"-- decía Pastelazzo mientras la gente bailaba. De momento la música paró. había una señora mirando dentro de la caja y ¡PLAF! "PASTELAZOOOO" -- gritó Pastelazzo por el micrófono. La gente reía a carcajadas. Los nios reían a carcajadas. La señora se relamía la cara llena de whipped cream. La música comenzó de nuevo y cuando se paró entonces le tocó el pastelazo a un señor. Pero contrario a otras ocasiones el señor salió molesto y comenzó a mirar mal a Pastelazzo. Lo miraba tan mal que si las miradas mataran el pobre Pastelazzo hubiera caido muerto ahí mismo. Entonces encontró el "punchline" el señor se convirtió en el objeto de los chistes de Pastelazzo. La gente se reía con cada chiste y el hombre se veía bien agitao.
La fiesta siguió y Pastelazzo cogió de punto a aquel hombre empastelado. Con cada chiste el tipo se agitaba más y la gente se reía más. La cara que tenía el hombre era de enojo. Por alguna razón eso le provocaba una cierta alegría a Pastelazzo. No era comparable a la que le provocaba la risa de los niños pero era alegría, un tipo de alegría.
Ese día Pasetelazzo regresó a su casa. Pasó unos 25 minutos quitándose el maquillaje. Se baño y se sentó frente al televisor. Estuvo un rato y se fue a la cocina, abrió la gaveta y sacó la caneca y se dió un buche de ron. Se puso a ver televisión un rato y al rato empezó a llorar. Las lágrimas se le salían solas. Cada vez que recordaba porque estaba solo lloraba y lloraba.Recordó porque había escogido ser payaso. Era el único trabajo que le permitiía escapar de la realidad y ver gente riendo a su alrededor. Eso era lo único que lo hacía sentirse bien.
Esa noche no pudo dormir y salió a dar una vuelta. Cerca de su casa había un parque y allí podía despejar la mente. Caminó un rato y miró que en uno de los bancos había una pareja de novios besándose. Se besaban apasionadamente. Aquella intensidad era algo increíble. Le recordó cuando se besaba así con ella...entonces se le formó un taco en la garganta y se le salieron las lágrimas. Pero de momento se imaginó dándole un pastelazo de sorpresa a la pareja de novios. Le dio risa imaginarse eso. ¿Que tal si volviera con el pote de whipped cream y un plato pa darles un pastelazo de sorpresa. Se imaginó todo y se reía cada vez más. Esa noche se fue a su casa.
Domingo...Otro cumpleaños. Se levantó y comenzó a maquillarse. Pasó casi una hora en eso. Preparó las cosas para salir. Se montó en su guagua y fue al lugar del cumpleaños. Música, chistes, fiesta, y los pastelazos.
Terminó la fiesta y se fue a su casa. Era domingo y pasaban programas de religión por la tele así que se puso a ver una pastora predicando. En un momento el recuerdo de estar solo le provocó nuevamente ganas de llorar. Iba a darse un trago pero estaba viendo un programa de religión así que no se atrevió. Pasó la tarde y cayó la noche...
De noche comenzó nuevamente a sentirse solo y a ponerse triste. Pero esta vez tenía un plan. Tomó el pote de whipped cream y varios platos de cartón y se fue para el parque. Allí estaba la pareja. Se quedó mirándolos de lejos sentado en un banco. Había poca iluminación así que no lo verían. Los novios comenzaron a hablar, se miraban se quedaban callados, reían. Cada vez que veía algo que le recordaba a ella le daba un apunzada en el corazón pero comenzó a esperar el momento... Los novios estaban subiendo la intensidad. Un beso luego otro y cada vez los besos eran más largos.
Había llegado el momento. Echó el whipped cream en el plato de cartón y se puso al acecho como gato en cacería. Fue acercándose poco a poco por detrás de los novios con el plato de whipped cream en la mano. Que bueno que no había casi luz. Los novios siempre buscan lugares oscuros. Se acercó poco a poco. Estaba tres metros y no lo habían escuchado. Estaban tan apasionados besándose que lo que faltaba allí era una cama. Dos metros, un metro....¡PLAF!. Le dió un pastelazo entre las dos caras. La muchacha brincó asustada gritando y el muchacho comenzó a tratar de quitarse la crema de la cara, a él le cayó más crema que a ella. El susto los tenía casi paralizados. La muchacha miró a ver que había pasado pero el ya no estaba allí. Tan pronto les pegó el pastelazo echó a correr riendo a carcajadas. Le emepezó a doler el pecho de tanto reír y correr. Las lágrimas se le salieron recordando al muchacho limpiándose la cara como un loco cuando lo pican las abejas y trata de espantarlas de la cara. Se le salieron más lágrimas recordando a la muchacha gritando asustada y mirando a ver que podía ver en aquella oscuridad. Hacía tanto tiempo que no reía así. Llegó a la casa y entró todavía riéndose. Esa noche cada vez que recordaba al muchacho limpiándose la cara le entraba un ataque de risa. Hacía años que no se escuchaban risas en aquella casa, risas de carcajadas.
Lunes...Otro lunes. Él no tenía que trabajar los lunes o en ningún otro día de la semana a menos que lo llamaran a una fiesta y esa semana no tenía nada pendiente. Se levantó por la mañana se echó corn flakes en el plato y después la leche. Después de comer se preparó un café y se puso a mirar noticias en la tele.
Ahora que estaba solo no sabía que hacer. Cuando ella estaba era diferente. Podían quedarse hasta tarde en la mañana en la cama. Ella se iba a trabajar al hospital en la tarde o en la noche dependiendo del turno que le tocara. Él no se sentía solo porque sabía que llegaría por la noche. A veces se iba a visitar a la mamá. Ella no quería que él fuera un payaso, quería que fuera un profesional como sus dos hermanos mayores, el mecánico y el contable. Pero él quería ser payaso y payaso fue. No ha hecho otra cosa desde que salío de la casa a los 20 años pa irse a vivir con Estefanía a aquella casita pequeña llena de amor y sueños. No se casaron, decidieron vivir juntos pa probar. después de cuatro años y medio un día ella no llegó. Él no se dio cuenta cuando llegó a la casa. NO notó que la ropa de ella no estaba en la gavetas. Los uniformes de enfermera no estaban en el cordel. Se fue...
El trató de buscarla pero en el hospital le dijeron que había renunciado y que se había ido a los EEUU. Fue de repente. Ni siquiera la mejor amiga de ella sabía (o quizás sabía pero no iba a decírselo a él). La familia de ella tampoco le dijo nada. Había un hermetismo total. De repente le cortaron la comunicación y nadie le dijo nada de nada.
Ahora luego de seis meses sin ella todavía la extrañaba y recordaba momentos con ella.
Ese día fue y visitó a su mamá en la casa. Ella lo saludó con un beso y le preparó un poco de comida como cuando era un joven. A ella le preocupaba que él no tuviera dinero pero a él le iba bien. Sabía administrar el dinero y cuando trabajaba dos o tres fiestas en el fin de semana tenía buen dinero y vivía cómodo. Hasta el día de hoy no había tenido problemas.
Cuando llegó a la casa miró que tenía un mensaje en la contestadora. "Buenos días. Es la Sra. Fontana. Es que quiero ver si puede darme sus servicios para el cumpleaños de mi niña que es este miércoles. Por favor comuníquese al ... Gracias.
La llamó le preguntó los detalles y le presentó las ofertas. Para esta fiesta le pidieron TODO. Era una familia pudiente y podía pagar. Era raro un trabajo un miércoles. esta semana iba a ser mejor de lo que se pensaba.
Martes...Otro días más. Todavía recordaba los muchachos del parque asustados después del pastelazo y se reía solo. El día pasó lentamente y el salió al pequeño patio detrás de la casa y lo limpió. Miro el área donde ella tenía las flores. Estaban secas.
Esta noche había un plan. A las seis salió para el parque con el pote de whipped cream y los platos. Caminó por el parque y miró las áreas donde podía esconderse. Encontró una perfecta. Pasó por el banco donde se pasaban los novios pero no estaban allí. Buscó un área donde esconderse al lado de uno de los caminos. No era mucha la gente que iba al parque porque no tenía mucha iluminación pero de vez en cuando alguien le daba con pasar. Esta noche había una pareja de ancianos caminando lentamente tomados de la mano. Los observó un rato y deseó que pasaran por donde él estaba. ¡Se le dio! Iban caminando hacia donde él estaba. Esperó a que pasaran y se fue caminando lentamente y sin hacer ruido (y para eso se puso zapatillas con goma). Iba detrás de ellos. Ya en la mente él había planificado como lo iba a hacer. Se acercó y cuando estaba detrás de ellos se fue por el lado del viejito y ¡PLAF!, justo en la cara. Cuando la viejita reaccionó asustada ¡PLAF! recibió un pastelazo. Ninguno pudo verle la cara. Comenzaron a limpiarse el whipped cream y el viejo a maldecir "Que ... es esto. Maldita sean los ... títeres estos. Me ... sus madres ..." Ya él estaba lejos corriendo pero se paró mirar desde un lugar seguro y vió que en un momento se dieron cuenta que era whipped cream y lo probaron con el dedo. De repente la viejita comenzó a reirse y el viejito también.
Esa noche corrió a la casa y llegó riéndose con dolor en las costillas. Este doble pastelazo fue épico. Además tuvo un final feliz. El viejo le mentó hasta la madre pero no sabía quién era él porque no le vió la cara, no podía vérsela con la cara llena de whipped cream. La risa le duro toda la noche. Recordó a la pareja joven y luego a la de viejitos y no podía contener la risa.
Llegó la hora de dormir. Mañana había trabajo. Esa noche no se sintó tan mal. Los recuerdos de ella fueron sustituidos por las imágenes de la gente con las caras empasteladas y eso le daba risa. Llevaba dos días sin llorar.
Miércoles...Otro días de trabajo. Comenzó a maquillarse y se dió cuenta que la pintura blanca estaba acabándose. Tenía que ir a comprar. Pasó la ceremonial hora maquillándose y luego preparando las cosas para la fiesta. Esta vez llevaba la máquina de pop corn y la de hacer algodones de azúcar. Se montó en su guaga y fue al lugar del cumpleaños. Música, chistes, fiesta, y los pastelazos.
Ese día notó que en la fiesta estaba el muchacho que se besaba en el parque con la novia. El muchacho no participó en la rueda de los pastelazos pero Pastelazzo lo recordaba y le daba risa. La gente lo veía y se reían también pero no sabían de que se reía Pastelazzo. La fiesta terminó y recogió todo. Le pagaron y se fue a su casa.
Esa noche la pasó tranquilo. No se tuvo que dar ni un buche de ron. Se acostó y esperó el jueves donde trataría de hacer otra hazaña pastelera...
Jueves...Ya los pastelazos en el parque cerca de su casa eran un riesgo. De seguro ya la gente habría comenzado a hablar y estarían alerta, o no. Pero de todos modos no venía mal un cambio de ambiente. Esta vez se fue en su guagua a otro parque más lejos. Estacionó la guagua lejos y entró a pie. Ya conocía ese parque porque había hecho fiestas ahí. Pero ese parque tenía iluminación. Eso era un reto y lo tenía emocionado. Entró con sus platos y pote de whipped cream y se escondió en unos arbustos a esperar. Había un área de mesas donde había mucha luz. El se escondió en los arbustos. Llegaron tres muchachos. Esto iba a ser difícil. ¿Daría tres pastelazos? ¿Daría dos pastelazos? ¿Que debía hacer? Se sentó a mirar a los muchachos que se pusieron a hablar y a fumar. Eran menores pero estaban fumando allí de seguro escondidos de sus padres. ¿Qué iba a hacer? Esperó un rato y entonces uno de los muchacho dijo "Voy a mear". ¡Esa era la oportunidad! Le daría un pastelazo al muchacho cuando estuviera meando. Casi no podía contener la risa.
No había otra área para mear así que era en los arbustos donde la ente no viera. Él llenó el plato con whipped cream y esperó. El muchacho se adentró un poco en los arbustos y estaba un poco a la izquierda de él. Se movió sigilosamente. El muchacho estaba de espalda. Pasó la mano por el lado de la cara y ¡PLAF! El choro de orina salió disparado en todas partes y hasta a él lo meó. El muchacho empezó a gritar con la cara llena de whipped cream. Los otros muchachos se asustaron y empezaron a correr pero no a ayudarlo sino fuera del parque. El muchacho con la cara llena de pastelazo se limpió los ojos y empezó a correr gritando "¡ESPÉRENME! NO SEAN TAN ..."
Salio de los arbustos y se miró los pantalones. Tenían orina del muchacho cuando se volvió loco con el pastelazo. No tuvo tiempo de terminar. La risa lo tenía mal. Comenzó a llegar a la guagua y se montó. Iba riendo por todo el camino hasta la casa.
Viernes...Ya ese viernes había recibido varias llamadas para cumpleaños. Era una de esas raras ocasiones en las que recibía más de las que podía manejar y tuvo que rechazar una. Tendría un fin de semana bien atareado. Las cosas iban bien.
Ese viernes no salió de noche. Se quedó en su casa y pasó la noche recordando los pastelazos en los parques.
Pastelazzo continuó haciendo reir a niños y niñas en las fiestas de cumpleaños. Él en su casa planificaba que parque visitar esa semana.
Con el tiempo visitó varias veces el parque cerca de su casa. Fueron varios los pastelazos que dió que lo hacían sentir bien. En un momento hasta lo persiguieron pero no pudieron alcanzarlo. Su vida nocturna era un éxito. ¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF! ¡PLAF! ... Fueron varios los pastelazos y con cada uno se volvía cada vez un experto en el arte del sigilo. Ya se estaba corriendo la voz en los parques. Un día hasta un reportaje salió en la prensa escrita de misteriosos ataques a personas con crema batida. Nadie había llevado una querella a la policía pero ya la gente era más cuidadosa del misterioso empastelador que sorprendía a sus víctimas en parques cuando menos se lo esperaban.
Ya no tenía problemas recordándola a ella. Ahora tenía las memorias de la gente molesta con los pastelazos en las caras y eso le causaba una risa enorme, más que la que le causaba la de los niños en las fiestas. Su nueva doble vida lo tenía ahora ocupado. Salir en las noticias le causó más risa. Ahora formaría parte de las leyendas urbanas junto a la llorona y el chupacabras. La gente ya estaba hablando del "empastelador de los parques" y sus ataques con la dulce crema batida. Algunas personas hasta iban a los parques de noche e esperar a ver si esa noche era a ellos a quienes los empastelarían.
La vida había comenzado de nuevo para él. Entre Pastelazzo y el empastelador ya no la recordaba a ella. Ahora las memorias de ellas fueron sustituidas por las memorias de la gente con caras empasteladas y las que gritaban asustadas. La risa sustituyó el llanto. Hasta pensó en hacerse un uniforme para cuando saliera en las noches ahora que era casi famoso pero nadie sabía su identidad.