Recuerdo cuando en los 80 comenzaron a aparecer noticias de aquella enfermedad. Se decía que era una enfermedad de homosexuales. Entonces gente de todos los tipos, clases y estratos sociales comenzaron a aparecer con aquel virus. Primero era HIV y luego el SIDA. El SIDA no era exclusivo de los homosexuales hasta niños nacían con la enfermedad. Recuerdo las campañas educativas en la televisón y los carteles en los lugares públicos. La gente creyó que se podía transmitir de muchas maneras y no se atrevían ni darle la mano a los que la padecían. La educación aclaró todo y no solo se les puede dar la mano, se les puede besar y abrazar. Solo el sexo sin protección y el uso inadecuado de jeringuillas entre los usuarios de drogas aumentaba el riesgo y claro los pobres inocentes que nacen de una madre contagiada.
Miguel era bien gracioso. Era agradable y bueno pasar el tiempo con él. Compartió mucho con mi familia y lo considerábamos un familiar. Iba con nosotros a los días de paseo familiares. La alegría era su carta de presentación. Le gustaba ayudar a la gente, era bien servicial. Recuerdo que un día nos ayudó a mudarnos de casa y lo hizo sin pedir nada. Cuando iba a la tienda era un chiste y hacía que las horas pasaran rápido. Ese día llamó y dió la noticia, "tengo SIDA". Aceptó a Cristo como su salvador y está ahora en los brazos del Señor.
A C. la conocí en la iglesia. Desde el primer día nos dijo que tenía SIDA. La queríamos mucho. Era una persona llena de energía y muy positiva. Siempre esperó un milagro...En lo que el milagro llegaba se dedicaba a predicar y a ayudar en la iglesia. Era la primera en llegar y la última en irse. Aprendí mucho de ella y sobre todo a tener una actitud positiva. Cuando siento ganas de rendirme recuerdo aquella noche cuando la fuimos a visitar. Estaba en la cama, bien flaca. No se veía igual de energética pero en sus ojos se veía una chispa de esperanza. Nos bendijo, sonrió y oramos por ella. El milagro nunca llegó pero hasta el último minuto lo esperó. C. Nos dejó aquella noche, durante el sueño...
Luz era una muchacha hermosa. Le gustaban las fiestas y estar en compañía. La nena de papá. Jugaba y desde niña era traviesa pero se daba a querer. Vivió la vida a plenitud y la disfrutó como ningún otro ser humano. El día que descubrió que tenía SIDA su mundo se derrumbó. La depresión la desesperanza y la rabia la consumieron. Sus hermanas vieron como se dejó ir... La vida que tanto disfrutó ahora la hacía caminar por el valle de sombra de muerte. Sus hermanas trataron de que entrara en razón pero no pudieron. Renegó hasta el último día. Ese día fuí al hospital y sus hermanas me llamaron para que entrara rápido al cuarto. Allí estaba luz con unas cosas conectadas y respirando con mucha dificultad. Nunca podré olvidar sus ojos, sus ojos que gritaban. Ya no podía moverse ni hablar, solo podía mover sus ojos. Oré por ella...Su mirada cambió en ese momento. Sustuve su mano por un tiempo y la enfermera nos mandó a salir. Luz no pudo decir nada en sus últimas horas. Oré por sus hermanas y solo les pude decir palabras de ánimo que no hicieron mucho, era mayor la angustia de tener que ver a su hermana morir así.
A mis amig@s con SIDA, Dios les bendiga.
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2 comentarios:
Prometeo, siento escuchar lo de tus amigos. Podria decir mas sobre el tema, ya que es el campo donde me he desempeñado los ultimos 15 años, pero la realidad es que mientas pasa el tiempo mas personas siguen infectandose.
Como mencionaste, hay que continuar ofreciendo educacion a la comunidad y apoyo a las personas infectadas.
Con los nuevos tratamientos y medicamentos disponibles los medicos esperan que se convierta en una condicion cronica, como la diabetes, no en una sentencia de muerte. Pero como dice la biblia, el que cree en Dios tendra vida eterna. Saludos.
Kofla:
Educación, esa es la palabra clave. Por un tiempo me sentí triste pero todo eso pasa y la vida sigue. Fueron buenas personas. Espero el día que se encuentre una cura para aquellos que sufren de esa enfermedad.
Gracias por la visita. Adelante y éxito.
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