Hace varias semanas atrás el presidente Trump decidió otogar un perdón presidencial a Joe Arpaio, el sheriff department Maricopa en Arizona catalogado como el "Sheriff mas Rudo de América". Mucha gente lo vio mal, otra lo vio como un acto de justicia.
Desde que supe por primera vez quién era este sheriff aprendí que su estrategia anti crimen es básicamente una cruzada contra la inmigración ilegal. Sus redadas dirigidas específicamente a comunidades donde abundan latinos es evidencia de que hay una agenda, una obsesión. Tal vez el creía que estaba haciendo algo bueno pero en realidad estaba creando un ambiente de hostilidad contra la comunidad latina.
Si algo comparto con este señor es la idea de que las cárceles no son hoteles. Claro que no apoyaría condiciones infrahumas pero tampoco promovería una experiencia que en ves de ser un disuasivo a no querer delinquir se convierte en una pausa en la vida de delincuentes habituales, una especie de vacaciones pagadas con dinero de los contribuyentes. La ciudad de tiendas de Arpaio economizó algún dinero al estado pero por otra parte costó millones por la cantidad de demandas que presentaron reclusos que sufrieron en algún momento abusos de parte del personal.
Arpaio dejó una huella en su estado. Será odiado por muchos, admirado por otros. Sólo la historia dirá que efecto tuvo su modelo carcelario. Hay que ver las estadísticas de reincidencia antes, durante y después de su administración. Eso dará un idea de qué tan acertada era su política.
https://www.newyorker.com/magazine/2009/07/20/sheriff-joe
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