Hace tiempo mis amigos me vienen hablando acerca de hacer de vez en cuando una reseña sobre algún negocio. En varias ocasiones me han ofrecido un
quid pro quo pero me he negado. Este blog es para expresarme y el día que tenga que comprometerme con algún negocio o establecimiento lo haré solo si estoy completamente seguro de conocer a los que lo corren y confiar en ellos.
Hoy hago la primera reseña sobre un reseña sobre un reataurante que de seguro ha visto en algún centro comercial,
La Parrilla Argentina.
Hace unos días atrás estaba en Montehiedra y fuí a comer al Food Court que estaba bien limpio y me refiero a que no había casi gente pero tampoco había basura. Mirando entre los restaurantes que había allí quería probar algo diferente y vi a La Parrilla Argentina. Tienen unos precios bonitos y las fotos de los platos se ven impresionantes.
Decidí pedir un plato de una carne de pollo con arroz y habichuelas rosadas. La muchacha que me atendió lo hizo amablemente. El tipo que iba a cocinar miró el teléfono celular que tenía y sacó un pedacito de una carne blanca. La muchacha que me cobró me sirvió el arroz en un platito que era como para un niño de 5 años. y luego puso la carne y le echo unas cosas verdes y rojas por encima.
Cuando ví aquel platito de plástico negro y la cucharadita de arroz que le echaron me molesté. La carne parecía un nugget blanco. Bueno la presentación era horrible. El amigo que me acompañaba se echo a reír mientras comenzaba a comerse un muslo de pollo que parecía de avestruz que le sirvieron en otro lado.
Cuando fui a probar el arroz estaba seco, SECO. Ahora el arroz se pone así cuando está viejo o cuando lo cocinan y lo dejan demasiado tiempo en la olla sin tapar. El arroz parecía aserrín blanco. Las habichuelas me las sirvieron en un vaso de plástico y estaban aguadas así que lo que le faltaba al arroz le sobraba a las habicchuelas. Aquello parecía un jugo de habichuelas o algo así. El pollo tenía el tamaño de un nugget y no olía. En cambio el pollo BBQ de mi amigo envíaba su olor a mi nariz echándome mulos. El seguía riéndose y la amiga que nos acompañaba también porque estoy escribiendo esto pero mi cara era de sorpresa mezclada con disgusto. No pedí un reembolso porque quería ver si a lo mejor el sabor compensaba la poca cantidad.
Cuando eché las habichuelas y las mezclé con el arroz formé una sopa en un plato llano. Aquello era un desastre. Me dieron ganas de ir a pedir una cuchara para sopas pero controlé el cavernícola dentro de mí. Me llevé el primer bocado a la boca esperando un milagro y... nada. El arroz no tenía sabor, las habichuelas tampoco y el pollo, ¿qué usted cree?, blanco en apariencia y blanco en sabor no sabía a nada. Aquellos parecía una comida de hospital. Es más yo creo que le deben cambiar el nombre a La Parilla Hospitalaria o algo así porque de verdad parece que pensaban que yo estaba en una dieta baja en irritantes y no usaron condimentos.
Mis amigos se reían y disfrutaron su comida y el disfrute fue mayor porque mi cara de disgusto mientras comía les sirvió como show de comedia.
Ahora yo no sé que diablo comen los argentinos. Pero si esa es la forma de ellos cocinar no quiero aparecerme por ese país y si voy comeré en algún lugar donde tengan comida internacional porque la comida argentina es una porquería, es sosa, y sirven como si uno fuera un pichón. Si los argentinos comen tan poco entonces deben tener alguna influencia francesa. No me explico como tuvieron a un gordo como
Porcel entre sus habitantes.
En la escala del 1-10 le doy un 0 a la Parrilla Argentina. Tiene poco sabor, poca cantidad y pobre presentación.
Y esa fue mi primera reseña gastronómica. La próxima vez que vaya a algún restaurante les comparto lo que ocurra.