Un mantecadito de vainilla

Hay que vivir la vida ahora si se deja pa´ después puede ser tarde...

Hace un tiempo atrás regresaba junto a mi esposa de una actividad de la iglesia. Esas actividades son larguísimas y cuando uno sale del lugar sale cansado. Cuando finalizó la actividad decidimos detenernos a comer en un restaurante de comida rápida. En eso vemos que se estaciona un pastor al que conocemos y nos saluda.

El pastor hizo la fila (que de por cierto estaba larga) y se compró un sencillo mantecadito de vainilla sin grajeas ni nada más, solo vainilla y barquilla. Se sentó junto a nosotros y conversamos por un breve momento, el tiempo que le tomó comerse aquel sencillo mantecado. No pude dejar de notar lo mucho que ese pastor disfrutó aquel mantecadito mientras conversábamos. Cuando terminó se despidió y siguió su camino.

Mi esposa y yo comenzamos a comentar pues nos llamó la atención que aquel pastor se detuviera para solo comerse un mantecadito. Debe gustarle mucho el mantecado de vainilla para hacer un alto en su viaje de regreso y comerse uno tan pequeño. A mi no se me olvida aquello. Para los que no conocen la vida de un pastor es una muy ocupada y en raras ocasiones tienen la oportunidad de disfrutar algo como comerse un mantecado. A veces tienen que estar hasta altas horas de la noche cuando un miembro de la iglesia se enferma o muere algún familiar. Yo conozco un pastor que me ayudó en un problema que tuve a las 2 de la mañana en mi hogar. 

Hace unas semanas atrás nos informaron que aquel pastor sufrió un derrame cerebral que le paralizó un lado del cuerpo. Ha tenido que retirarse a descansar para recuperarse, ha tenido que tomarse un tiempo fuera de su trabajo y del pastoreo. Gracias a Dios se está recuperando pero ahora mismo no puede hacer mucho, solo descansar. 

Aquel día él disfrutó tanto aquel mantecadito...

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