Esta semana el tema recurrente ha sido el de la guagua que se hundió con 8 seres humanos a bordo. Ocho seres humanos que le habían hecho daño a la sociedad. Ocho seres humanos que tenían padres, hermanos, hijos. Ocho seres humanos que estaban esposados y eran transportados a una institución penal.
Un confinado es una persona que le ha fallado al a sociedad. Veo a mucha gente lamentando el incidente donde un guardia penal decidió retar a la naturaleza y cruzar un paso que estaba inundado. Me pregunto qué hacía a ese guardia, Hector Cruz Santiago, diferente a los ocho confinados que estaba transportando.
Los criminales en general carecen del mecanismo de pensamiento que nos advierte de las consecuencias de nuestros actos. Estudios han demostrado que les falta o no les funciona una parte del cerebro, esa que estima las consecuencias y hace que se tomen decisiones irracionales. Algunos criminales solo tienen en cuenta el beneficio inmediato de lo que pretenden lograr. El asaltante se lleva su dinero, el ladrón consigue lo que quería y lo vende, el vendedor de drogas obtiene sus lujos, el violador obtiene su placer forzado, el chofer de corrección consigue cortar camino para llegar más rápido...
Como parte de mi práctica cristiana he visitado cárceles para predicar el evangelio. Hubo un tiempo cuando apoyaba la pena de capital pero cuando comencé a trabajar con los presos, escuchar sus historias y ver a algunos de ellos pagar por crímenes que otros cometieron dije que la pena de muerte no es una solución al problema de la criminalidad. De hecho matar a un criminal es hacerle el camino fácil pues después de muerto no se siente nada (eso creen algunas personas). Creo que no hay peor pena que pasar el resto de la vida encerrado, recordando a cada momento que fue lo que se hizo. Muchos presos intentan el suicidio al ver que su posibilidad de ver otra vez el sol no le será dada. NO podrán ver a sus seres queridos. Eso es un castigo suficiente.
Pero en los lugares donde se practica la pena de muerte se ha buscado hacer del proceso uno rápido e indoloro pues a pesar de haber cometido un crimen el confinado es antes que nada un ser humano. A muchos condenados a muerte se les avisa con anticipación la fecha de su ejecución y antes de ser ejecutados se les da una última cena en donde pueden comer lo que quieran para que al menos su último recuerdo en la tierra sea el de un buen y sabroso alimento.
La ejecución por camara de gas es una de las más crueles. Estar ahí sentado y sentir como el gas sube lentamente hasta asfixiarte es cruel y por eso se ha desfavorecido su uso. La silla eléctrica es una forma rápida pero dolorosa de morir. Algunos sentenciados a muerte en la silla han cogido fuego pero una vez iniciado el proceso no se puede detener y tienen que matarlos, eso es una muerte cruel. Algunos estados han desarrollado la ejecución por inyección letal. Se dice que esa es menos dolorosa pues antes de administrarla dosis letal se les inyecta un sedante para relajarlos y dicen que la persona muere como si estuviera durmiendo. La forma de ejecución más cruel, dolorosa y morbosa es por de ahogamiento. De hecho es tan cruel que ha sido muy poca su implementación en los tiempos cuando se era creativo a la hora de ejecutar personas.
8 confinados murieron ahogados. Hector Cruz no estimó la consecuencia de su acción al cruzar un lugar que estaba inundado e ignoró las advertencias de vecinos y el sentido común que dice que no se puede cruzar por cuerpos de agua crecidos. Eso lo escuchamos a cada rato en la época de huracanes y cuando llueve. Aún así Hector ignoró y arriesgó la vida de los 8 seres humanos que transportaba. A diferencia de los confinados él se pudo salvar porque no iba esposado.
8 seres humanos fueron sentenciados a muerte por un guardia negligente. De seguro Hector Cruz irá a la cárcel por ese crimen. Ojalá y el que los transporte tenga más sentido común y no intente atrechar por un lugar inundado...
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Acusan al chofer de la guagua en que murieron ocho presos - El Nuevo Día
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