sab 5/feb/00
Ileana
Primera vez
La primera vez qe la ví fue cuando estaba sentado en uno de los bancos de la plaza. Siempre me ha gustado sentarme solo en la plaza del pueblo. Cayey tiene unos atardeceres hermosos.las tardes pasaban igual, gente de aquí para allá y de allá para acá con el ocasional saludo de algún conocido. Állí estaba yo y por allí pasó ella. Andaba sola, tenía puesto un traje azul largo hasta los tobillos, las mangas le llegaban hasta los codos y una pequeña cartera negra colgaba de su lado derecho. Solo la ví pasar, pero esa primera vez que la ví quedé fascinado.
Segunda vez
La segunda vez que la ví estaba yo sentado en el mismo banco. Era otro hermoso atardecer. Estaba mirando la fuente cuando la vi pasar de nuevo y esta vez mi fascinación por el atardecer cambió de rumbo para dirigirse hacia ella. El traje era parecido al que llevaba puesto la primera vez que la ví, pero este tenía adornos de flores por todos lados. Tenía puestos unos zapatos negros de tacón bajo que hacían jue con su cartera. Solo la vi pasar y mi mirada se quedó fija en ella mientras la veía pasar y me fijé en su silueta hasta que dió vuelta en la esquina.
Tercera vez
La tercera vez que la ví mientras estaba sentado en el mismo banco en la plaza la tarde estaba fresca. Ella siempre venía del mismo lado de la plaza y se dirigía en la misma dirección. Esta vez llevaba puesto un traje de tela de mahón con una blusa de manga larga hasta las muñecas. Tenía puestas unas zapatillas blancas y traía la misma cartera negra. Era trigueña. Su cara era de razgos finos y delicados y estaba enmarcada en un pelo negro y rizo que llevaba en un moño. Usaba espejuelos dorados sobre sus ojos...Sus ojos, me fijé y ví que miraban a la lejanía con cierta tristeza como si estuvieran cansados.
Cuarta vez
La cuarta vez que la ví estaba sentado en el mismo banco. Era otro hermoso atardecer esperando ser interrumpido por el paso de ella. En realidad no se como estaba el atardecer, ya no estaba ahí para ver el atardecer, quería verla a ella. Estaba decidido a llamarla y preguntar por su nombre me sentía nervioso como cuando uno le va a pedi a su futuro suegro la mano de su hija. Entonces la ví llegar, sus ojos miraban tristes hacía la lejanía y su andar, lento y pausado le daba un toque de realeza a su figura. Solo la ví pasar y solo pude mirarla pues no me atreví a dirigirle la palabra. Me fijé en su mano izquierda y ví que llevaba un solo anillo, maldito anillo. Era un anillo de compromiso. Ya no iba a ser mía. Ya no íbamos a tener la casa con niños, la familia feliz con la que siempre había soñado. Nunca iba a conocer a sus padres. Que lástima.
Quinta vez
La quinta vez que lo ví estaba en el mismo banco sentado. Parece que le gustan los atardeceres porque siempre está en el mismo banco que esta de frente al sol, todos los días a la misma hora. Parece un buen hombre se ve mejor que con el que me van a casar. Tiene cara de ser caballeroso gentil, amable y se ve que puede ser buen esposo. Si tano solo no estuviese yo comprometida, que feliz sería de poder conocerlo, saber su nombre, conocer a su familia y casarme con él. Siempre viste igual, su camisa de manga larga, sus pantalones bien planchados, sus zapatos parecen espejos y su cara...Su cara es casi redonda. Y sus ojos... tienen un mirar de enamorado. ¿De quién será su corazón? ¿Quién sentirá sus suspiros? ¿Dé quién estará enamorado?
La última vez
La última vez que la ví iba vestida de blanco, y no era un traje de novia. Se veía hermosa. Llevaba el pelo suelto, era tan abundante y la brisa de la tarde jugaba tiernamente con él. Iba caminando como siempre, lenta y pausadamente como si fuera de la realeza. Ya me había resignado, todavía llevaba el condenado anillo puesto. Esta vez fue diferente, luego de haber pasado y cuando estaba mirando su silueta se volteó, dibujó una sonrisa en su rostro y me saludó con la mano...
La última vez
No podía evitarlo. Ese día decidí saludarlo. Estaba sentado en el mismo banco y llevaba puesta una camisa gris con unos pantalones negros. Sus zapatos estaban brillosos y tenía un corte de cabello bien arreglado. Pasé la plaza, me volteé y le sonreí haciendo un saludo con mi mano. Después de ese día no nos volvimos a ver...
© Michael D. Castro Collazo
No hay comentarios:
Publicar un comentario