La primera vez que pedí un rack de constillitas allí recuerdo que se deshacían cuando las sacaba. Era una fiesta de sabor en mi boca. He ido en varias ocasiones y siempre pido lo mismo, costillitas. Lamentablemente hace unos días atrás al parecer cambiaron al que cocinaba o algo porque las costillitas que me dieron no eran las de siempre.
Ese día llegué al Sizzler de Cayey con mi esposa y estábamos celebrando una ocasión especial. Ya ella sabe que yo siempre pido costillas BBQ y compartimos. Al llegar me atendieron amablemente, como siempre, en el área de la caja. La cajera tomó la orden, nos dio los platos y cubiertos y nos fuimos a sentar en una mesa.
Una joven mesera llegó a atendernos, tomó el ticket y nos leyó lo que habíamos pedido para confirmar. Todo estaba en orden. La joven amablemente se pesentó y dijo que iba a ser nuestra mesera y nos dijo que podíamos tomar los refrescos en el área para servirlos al lado de las ensaladas. Yo miré a mi esposa y ella a mí un poco extrañados porque en ocasiones anteriores las meseras que nos habían atendido nos preguntaban qué bebidas queríamos y luego nos las traía. No sé que pasó pero al parecer la mesera estaba cansada o ha habido un cambio de política en el restaurante. Fui, me serví mi refresco y el de mi esposa y nos sentamos. Luego tomamos los platos y fuimos al área del buffet. Como siempre estaba bien servido y arreglado.
Mi esposa necesitaba una servilleta extra así que cuando la joven mesera pasó le pedimos que nos trajera algunas adicionales. La mesera pasó por nuestro lado luego de eso varias veces y en una se detuvo a preguntarnos si "todo estaba bien". Le recordamos que queríamos unas servilletas y entonces fue y las buscó.
Estaba comiendo con mi esposa y hablando de cosas lindas cuando llegó mi tan esperado plato de costillitas BBQ. Inmediatamente noté algo, no sentí el olor. Antes cuando me traían las costillitas yo sabía que venían de camino porque estaban tan bien cocinadas y calientes que el olor llegaba antes que el plato a la mesa así que eso fue para mí una sorpresa. Luego al mirar las costillas noté otra cosa, estaban pálidas. Antes cuando me las servían estaban tan bien cocinadas que se veían rojas y el glaceado de la salsa les daba un color brillante. Estas costillas estaban tan pálidas que me asusté. ¿Me estarían sirviendo costillas de algún animal exótico? Decidí ignorar las señales visuales que me decían "no te comas esto" y también las que me decían que aquello parecía estar poco cocinado (por no decir casi crudo). "¿Qué le habrá pasado al cocinero?", pensé. Decidí aventurarme y probar. Al tratar de sacar la primera costillita no pude. Halé y halé pero aquello estaba duro. Yo no sé si el cerdo de donde las sacaron alzaba pesas pero aquellas costillas no se dejaban comer y batallaban contra mi. Miré a mi esposa y le dije, "hay algo mal aquí". Ella me miró y vio lo mismo, esas costillas parecían que las habían sacado del freezer y cocinado a la prisa sin descongelar.
Decidí hacer lo que nunca había tenido que hacer para comerme unas costillas y usé el cuchillo para cortarlas. Increíblemente tuve que hacer fuerza. No recuerdo haber pasado tato trabajo para cortar algo desde que tuve que serruchar unas tablas cuando estaba haciendo reparaciones para mi casa. Decidí poner más fuerza y por fín la carne cedió y pude separar un hueso con carne. La carne se veía más blanca por dentro. No la habían hecho bien y no había absorbido la salsa como antes. Mi esposa ya se estaba riendo porque vio mi cara de descontento, sorpresa, disgusto y lucha a la misma vez. Decidí aventurarme y morder aquella carne. Estaba fría y DURA. Yo no quería agotar mi quijada masticando aquella carne. Si me lo comía iba a tardar cono media hora en lo que masticaba porque estaba dura de verdad. Llamé a la mesera que al momento no nos había traído unos platos adicionales que habíamos pedido y le indiqué que no quería aquellas costillas porque estaban duras y frías que por favor se las llevara y me trajeran otras.
Pronto, en un Sizzler cerca de tí... |
Al par de minutos llegó un gerente y me preguntó sobre la situación. Le expliqué todo y me dijo que no podían darme otras costillas porque de seguro las otras saldrían igual pero me ofrecerían otra cosa. Aquellas costillas duras ganaron la batalla. El gerente me dijo que lo que había en el mismo precio era CHURRASCO. Así que estaba destinado a masticar duro ese día. Bueno, le dije que estaba bien y esperé otros 15 minutos por el churrasco. Cuando trajeron el churrasco venía sonando desde la puerta de la cocina, ese sí lo cocinaron bien. Estaba caliente y olía, al parecer el cocinero se tomó un café o algo y cocinó como debía ser.
El churrasco estaba duro pero me lo comí y vencí.
No sé si regrese a Sizzler de Cayey. Ese día no dí el 15% de propina, di un 10% y por poco era menos pero pensé que tal vez la mesera era nueva o estaba aprendiendo así que se me ablandó el corazón y no dejé que se pusiera como aquellas costillas y el churrasco. El gerente nos pidió disculpas en varias ocasiones pero él no tenía de qué disculparse, el que falló fue el cocinero que preparó la carne.
Comer aquel churrasco fue como una sesíon de levantamiento de pesas en un gimnasio. Pasé trabajo. Todavía puedo hablar y usar mi quijada pues descansé un rato sin moverla luego del vigoroso ejercicio que tuve que hacer para comer ese día en Sizzler de Cayey. Dicen que ejercitar la quijada hace que se mantenga firme y la piel no se ponga flácida manteniendo una apariencia juvenil. Si usted desea hacer ejercicio para fortalecer su quijada no mastique un aburrido chicle, vaya al gimnasio en Sizzler de Cayey donde luego de varías visitas podrá masticar hasta piedras de tanta fuerza que tendrá.
4 comentarios:
¿10% de propina solamente? ¿Desde cuando la mesera cocina costillas?
Debiste haber dejado 15%, que no es ni bueno, ni malo, y ya. Podrias no pagar por la comida si lo deseabas, pero coño, pediste otro churrasco, ya dos cosas por lo que pagaste creo que esta bien.
La propina se da de acuerdo al servicio eso no es un derecho de los meseros. No me gustó el servicio que ella dió.
Adelante y éxito.
El churrasco me lo dieron por las costillas duras y no pedí otro.
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